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domingo, 21 de septiembre de 2008

Misma película ... diferentes actores.

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Día 1 de diciembre de 1999: Remito carta a mi distinguido amigo Marcelino Iglesias Ricou para que “siga ocultando” los delitos que cometen contra el Patrimonio de Aragón y muy especialmente el de la Franja de Ponent. En ella le propongo cinco preguntas que sé que no contestará porque el consorcio político-eclesiástico-judicial ha tomado la decisión de ocultar y callar y seguir delinquiendo contra nosotros por medio del Terrorismo Judicial, ya que es primordial para todos ellos la azarosa reclamación de Patrimonio a Catalunya.

El mismo día y en los mismos términos le escribo al emérito Fiscal de la Audiencia de Huesca y Justicia de Aragon, Fernando García Vicente, que en unión del Presidente de dicha Audiencia, Santiago Serena Puig, son los encargados de atentar contra nosotros.

Día 14 de diciembre de 1999: Viene a nuestra casa el abogado Xavier Revés i Noriega acompañado de un Notario para que le firmemos los poderes que le permitan actuar en nuestro nombre.

Día 20 de diciembre de 1999: Mando, desde Huesca, carta al nuevo Obispo de Barbastro-Monzón, Juan José Omella Omella, aún a sabiendas que tampoco iba a hacer nada, porque ellos están para cobrar de muertos y vivos las misas para las almas del inexistente Purgatorio, pero no para recuperar los restos que ellos mismos han tirado al vertedero.

El mismo día me presento en la Diputación Provincial para entregar, por Registro, una misiva para el Presidente de la Institución, Antonio Cosculluela Bergua. En el Registro me veo con dificultades para entrar dicha carta hasta el punto que el único comprobante que recibo es el sello, sin número de entrada, en una fotocopia del sobre de la carta. ¿Cual es el miedo que tiene esa Institución a que un ciudadano registre una carta que tiene todo el derecho de enviar a su Representante Democráticamente elegido?


El talante de todas estas últimas cartas, y otras que seguirán, es suficientemente provocador y directo para que se observe una reacción de las Instituciones Aragonesas, bien para secundar mis denuncias y terminar definitivamente con el “Caso Belver”, bien para iniciar acciones legales contra mi, un simple ciudadano sin más poder ni influencia que el que conceden las leyes que ellos mismos infringen, por cualquier cargo de calumnia, insulto, desacato o similares.

¿Por qué no proceden de ninguna de estas maneras? Pues porque creo que desde el primer momento las Instituciones se instalaron en la ilegalidad, primero con la prevaricación en las resoluciones judiciales tanto en la finca, como en el cementerio y la Iglesia, y con posterioridad, la ocultación e intento de acallarme hicieron que el encubrimiento de delitos se fuera haciendo cada vez más grave, y, como bola de nieve, se fuera agrandando y abarcando a más gente y de instancias más importantes.

¿Tan valioso resultó ser lo que expoliaron en la Iglesia de Belver para que el escándalo llegue a salpicar a personalidades a nivel Nacional? ¿O fue tan insignificante que les dio vergüenza reconocer el “estropicio” hecho por nada...?

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